martes, 16 de septiembre de 2008

tickets de ida y vuelta


Nada más subir al tren, saqué de mi maleta una hoja arrugada y un bolígrafo mordido, metiéndome sin miramientos la capucha en la boca. Pies y dientes planos.


Empecé a garabatear más que escribir todo aquello de lo que era capaz de acordarme, en dos columnas. Lo bueno y lo malo.

Me quedé dormido llorando con el papel doblado dentro de mi mano hecha puño. No lo solté en todo el trayecto..

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